martes, 20 de abril de 2010

Emil Zatopek, la locomotora humana (I)

 

Todo el mundo sabe que el deporte rey es el fútbol. De eso no hay duda. El que mueve más gente, el que atrae más la atención mediática, el que da más índices de audiencia es el deporte del balompié. No hay otro en nuestro país que le haga sombra.

Sin embargo, el que verdaderamente pone a prueba la capacidad de sacrificio del ser humano, el que lo lleva al límite, incluso a la muerte como le pasó a un atleta en la media maratón de Madrid, es el atletismo.

El atletismo se basa en la actualidad en el trabajo minucioso y específico según las características de cada atleta y la categoría en la que participe. Los entrenadores se afanan en descubrir métodos que perfeccionen la técnica de sus discípulos para mejorar esa centésima, ese centímetro más que le puede hacer pasar de una plata al oro en una competición internacional.

Es el deporte más antiguo que se practica en esta época y es algo obvio que desde sus comienzos la evolución ha sido más que notoria. En este proceso de mejora del atletismo surge a todos un nombre que marcó un antes y un después a principios del siglo pasado: Emil Zatopek, conocido como la locomotora humana.



Zatopek nació el 18 de septiembre en 1922. En medio del período de entreguerras marcado por la recuperación post-bélica.
Curiosidades de la vida, su mujer, Dana Zátopková, nació el mismo día.

Desde su infancia, Zatopek no tenía la más mínima intención de practicar algún deporte. Sin embargo una carrera de joven le cambió de opinión. Todo comenzó cuando debía disputar junto con los demás alumnos de su curso de jóvenes ejecutivos una carrera por las calles de Zlín. El joven no tenía ganas de correr, y se inventó unos dolores en una de las rodillas para evitar competir. El médico que le examinó se dio cuenta del falso pretexto de Zátopek, obligándole a disputar la prueba. Justo cuando cruzó la meta, el checo se sintió de una manera totalmente nueva en su vida.

"Llegué a la meta en segundo lugar, la gente me aplaudió y eso me gustó. Desde entonces empecé a acudir a las sesiones de entrenamiento"
                                                                                                                                                    
Aquello fue lo que necesitaba para animarse a entrenar regularmente, y lo que hizo que el atletismo cambiase de forma radical hasta nuestros tiempos. Ni siquiera su entrada en el ejército frenó las ansias de Zatopek para continuar mejorando en su ritmo y rebajando sus registros.

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